¿Es tan deseable que queremos ocuparla? ¿Realmente los necesitamos?
No es
fácil sentir simpatía por los Yuppies. La sociedad siente que se han
enriquecido a costa del pueblo. Puede ser cierto. La mayor parte de las
transacciones en la NYSE (New York Stock Exchange) son realizadas con un cobro
de comisión automático, de manera que los corredores de bolsa obtienen sus
monumentales pagos solo por estar ahí, participando de la transferencia y no
son los responsables por lo que ocurra, ya sea que vaya bien o mal el negocio.
Eso es “riesgo moral”. Como lo dijo Gordon Gekko en la película (una de mis
favoritas): Wall Street – El dinero nunca duerme, “riesgo moral es cuando usted
le da su dinero a alguien que no es responsable por él”.
Y
entonces nos ponemos a investigar sobre los orígenes de Wall Street a fin de no
sentir esa antipatía. Queremos ver que fueron honestos empresarios quienes
fundaron el Stock Exchange y nos damos cuenta que nuestra duda en lo que
sentimos por ellos estaba equivocada. No deberíamos dudar, sino odiarlos
directamente.
Esos
chicos astutos de antaño, que tradicionalmente eran solamente los comerciantes
mayoristas de grano y como intermediarios, fueron poco a poco ganando
experiencia en comerciar con las cosechas de los granjeros americanos, tuvieron
una iluminación cuando se dieron cuenta que podían apropiarse de todas las
cosechas.
¿Cómo
lo hicieron? Simple, decidieron que sólo los ellos, los brokers de Wall Street,
podían comprar y/o vender las cosechas agrícolas. Perfeccionaron estas
abominaciones que son los documentos de especulación por excelencia: Los
Futuros. Y de ahí, le pusieron un candado a las cosechas, constituyéndose el
intermediario forzoso. ¿Quien no se va a enriquecer de esa manera?
Y
ahora de vez en cuando algunos locos (aunque dicen que llegaron al millón)
marchan por Manhattan para llamar la atención sobre
la desigualdad y la percepción de que las corporaciones influencian al
gobierno. La intención está bien. Pero lo que ganaron es que ahora el FBI los
esté mirando y también el Task Force antiterrorismo. Es que mientras
aparentemente las corporaciones y la NYSE cumplan la ley, (que fue influenciada
por ellos, además, pero legalmente) esas demostraciones son como máximo
solamente manifestaciones de disconformidad pasivas que no llevarán a nada más
que palabras de consuelo de los políticos.
Pero
hay otra forma de hacer acciones más directas.
Ahora
que el uso de Bitcoin es legal en Estados Unidos, ése y los instrumentos
derivados de él son lo que hay que usar para mostrar el descontento.
En
principio, nadie debería atreverse a usar el bitcoin. Esta extraña criptomoneda
tiene una elevada volatilidad y no está respaldado por ningún gobierno, su
mismísimo ente emisor es un misterio y la multiplicidad de precios paralelos da
vértigo. Entonces ¿por qué la gente lo usa? Primero, al existir solo
virtualmente, evita pagar las comisiones por transferencia de dinero que
alimentan a los bancos y Agencias de transferencia de dinero, etc. Más
importante aún, es infalsificable. Y esta característica sola, ha producido su
demanda. Es que incluso el dólar norteamericano se falsifica y en grandes
cantidades. Esa falsificación aumenta el circulante y produce inflación. Esa
inflación afecta a toda la moneda y los dólares valen menos. El problema es que
el gobierno norteamericano no parece darse cuenta o no quiere actuar sobre eso.
Entonces, ¿si los gobiernos no cumplen su rol de mantener la moneda segura, no
tiene derecho el pueblo de buscar otra?
Aunque
sea como un mensaje de advertencia del pueblo, la adopción del bitcoin podría
lograr lo que las manifestaciones callejeras no logran. ¡Des-ocupar Wall
Street! Debería ser un movimiento con el cual se evita usar los sobrevaluados
servicios de los bancos de Wall Street (y servicios de otros bancos también),
descentralizar el poder y eso envía un sólido mensaje de disconformidad a los
gobiernos y a las empresas que se han atrincherado en ese barrio de Manhattan. La
sociedad les está diciendo que no le interesa ocupar sus oficinas, que pueden
seguir con business as usual mientras el pueblo va encontrando alternativas
tecnológicas más baratas, y que pueden
suplir su necesidad sin necesidad de pagar comisiones innecesarias por simples
e insignificantes operaciones monetarias, y que los servicios que provee el
sistema monetario oficial ya es obsoleto y demasiado costoso.
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