Quisiera poder decir que cuando alguna máquina
tome el control de nuestras vidas, sea un supercomputador con inteligencia
artificial. Para los que respetamos la inteligencia y consideramos que el
instrumento analítico más poderoso es aún un cerebro humano, esa sería una
noticia estremecedora. Ser superados por un razonador sintético más poderoso
que nos exceda en la capacidad de integrar, comunicar ideas, fabricar herramientas,
pensar en abstracto, e imaginar lo sobrenatural…
Lamentablemente la máquina para la que
trabajamos sin paga y en la cual hemos gastado gran parte de nuestro ingresos y
tiempo durante ya un siglo no tiene ninguna de estas características. Es más, no
tiene absolutamente nada de raciocinio.
Esa funesta máquina es: El automóvil a
gasolina.
¿POR QUE PAGAMOS USD 30000 POR ALGO QUE SOLO
CUESTA USD 5000?
¿Realmente crees que ese montón de fierro,
lustroso y pulcro debe costar tanto?
¿Que pensarías si yo te dijera que esa cosa
que lavas cada fin de semana con afición, para ir a lucir ante tus amigos, que
parece un artefacto futurista, en realidad no cuesta más de USD 2000 o hasta
5000 digamos, si contamos el precio por separado del motor, llantas, acero, aluminio,
plástico y electrónica?
¿No se te caería la quijada y pensarías que te
están robando, que te estafaron, que te vendieron algo super-sobrevaluado y te
timaron aprovechándose de tu inocencia?
Pues siéntete así, tomate un calmante, sujétate,
y continúa leyendo.
LOS GENIECILLOS DE DETROIT ENCONTRARON UNA
MINA DE ORO
No es mi intención hablar mal de estos grandes
hombres que fueron los que inventaron y perfeccionaron esta otrora poderosa
máquina: Nicolas Cugnot, Karl Benz, Henry Ford, Rudolf Diesel, o Lee Iacocca.
(Bueno, pensándolo bien Lee Iacocca tiene mis respetos, pero no encaja en la
lista). Hablo de los que tomaron esta noble industria y la transformaron en la
burbuja financiera más grande de la historia. Cualquier esquema de Ponzi o
piramidal palidece en avaricia frente a esta desmedida ambición.
Y la verdad, el verdadero negocio sucio del vehículo
a gasolina comenzó recién hace como 40 años. Hasta entonces, la industria
global del automóvil, se manejó como un negocio de gringos con la moral
anglosajona bien puesta. Fabricaban máquinas que cumplían la labor de mover a
las personas y mercancías. Eran buenas, sólidas y sencillas. Un motor a
gasolina, una transmisión super resistente y asientos lo suficientemente
cómodos.
Se vendía bien, aunque igual con buenas
ganancias.
Entonces se les ocurrió convertir al automóvil
en una joya. Pero sin el valor intrínseco de éstas. Joyas falsas que brillaban
y deslumbraban mucho más de lo que valían. Un esfuerzo enorme de publicidad
logró el efecto deseado. Desde auspicio de carreras de superautos hasta sugestivos
comerciales con modelos de pasarela a las cuales se podía conquistar con solo
poseer un automóvil. El proceso de lavado de cerebro funcionó bien, entonces a
pasar a la fase de cobro de ganancias.
Desde la invención del automóvil, la
tecnología fue mejorando y haciéndose más barata. Pero los precios del
automóvil no bajaban en la misma proporción de la tecnología. Y es que las
empresas que los producen eran relativamente pocas en el mundo. OLIGOPOLIO, ésa
es la palabra. Unos pocos fabricantes-vendedores que poniéndose de acuerdo
entre ellos, fueron elevando los precios a fin de multiplicar sus dividendos
más allá de todo privilegio.
Y lo lograron. Una vez que el automóvil estuvo
posicionado como algo imprescindible por lo cual cada ciudadano debía pagar
entre 20 y 30% de su ingreso mensual, la fértil imaginación de estos piratas
continuó ideando increíbles formas de extraer más dinero del bolsillo de los
consumidores inocentes.
Antes de que empezara el negocio usurero e insaciable
del automóvil, los accesorios como: faroles, retrovisores, aros, adornos, etc.
Eran genéricos. Es decir, los faroles podían ser redondos o cuadrados, cualquier
marca servía y costaban barato. Ahora cada accesorio que deba reemplazarse,
debe ser de la misma marca, modelo y año del automóvil que uno tiene. ¿Han ido
a comprar un farol de stop? Entre 80 y 150 USD. Su verdadero valor en plástico
no sobrepasa los 3 USD.
¿Repuestos para reparar el motor? Cualquier
pieza metálica del motor tiene fácilmente un costo de 30 USD. Ese pedazo de
metal que lamentablemente tiene que ser justo el adecuado o si no el motor no
funcionaría, no tiene un valor mayor a 5 USD como pieza metálica fundida y
pulida. Algunas piezas de simple hierro son más baratas todavía. Así de dramático es el sobreprecio.
Las empresas automotrices dirán que el
accesorio es costoso porque ellos tienen que fabricar un stock completo de
repuestos y mantener ese stock durante décadas para cada marca, modelo y año, y
eso encarece el costo. Esta falaz mentira nos lleva a la segunda parte del
negocio.
Antes que las empresas automotrices me digan
que ellos tienen que realizar investigación y desarrollo para aumentar la
calidad, economía y aerodinámica de los automóviles, déjenme aclarar que desde que
se introdujeron los motores a inyección, las mejoras en la electrónica de los
autos ya no han aumentado mucho la eficiencia en el uso del combustible. Las
mejoras en consumo son mínimas cada año porque ya no hay mucho adonde
exprimirle a esa torpe forma de quemar el combustible que tiene el motor a
gasolina, el cual desperdicia el 85% (sí, 85% ¿no lo sabían?) de la energía que
quema. De hecho, los modelos de hace 20 años podrían seguir produciéndose ahora
y no habría gran cosa de diferencia en consumo y eficiencia con respecto a los
últimos modelos. Pero a las empresas automotrices les interesa cambiar el
modelo más rápido. Algunas ya lo hacen cada 3 años. ¿por qué? Porque de esta
forma, el consumidor tiene una fuerte presión social para “ponerse a la moda” y
por lo tanto seguir invirtiendo en automóviles cada vez más nuevos pero que en
funcionamiento y utilidad son prácticamente iguales a un auto de los 90s.
Y a estas empresas les interesa ese cambio continuo
de modelo de auto porque así venden más repuestos. Los accesorios de los autos
antiguos ya no sirven y el consumidor tiene que seguir comprando nuevos. Ese es
el negocio. Cambiar modelos para que nada de lo anterior les sirva. Y a comprar
todo nuevo.
EL MOTOR A GASOLINA, ESA ANACRONICA MAQUINA ESTACIONARIA.
Ya vimos cómo cada parte de este ingenio
obsoleto e inadecuado tiene un precio de compra múltiples veces su valor real.
Ahora veremos que no solamente es un contaminador tóxico, sino que fue utilizado
en el automóvil no por satisfacer una necesidad humana sino por la
disponibilidad de petróleo y la posibilidad de un negocio de trillones de
dólares. Veremos que nunca fue diseñado para artefactos móviles.
Este fósil tecnológico tiene como 200 partes
móviles en el sistema motor-transmisión. Algunos modelos incluso más piezas.
Todo ingeniero mecánico sabe que cada pieza móvil de un ingenio sufre
inevitablemente un desgaste por su mero funcionamiento. Y cualquier pieza que
se dañe y deba cambiarse va a costarle al usuario mínimamente 30 USD, cuando
como vimos eso no vale ni 5. No solamente eso, sino que el motor está sujeto a
cuatro mil explosiones por minuto. ¿Que máquina puede aguantar eso? Esa es la
razón de que todo automóvil empieza a llegar al mecánico a sólo 3 años de
haberse comprado “cero kilómetros”, y cada vez más frecuentemente. En nuestra
inocencia, creemos que es lo normal,
desperdiciamos gran parte de nuestra vida alimentando a este tragador
insaciable que solamente nos da el privilegio de movilizarnos, porque aparte, tenemos
que pagar el combustible, partes, impuestos, uso de la calle, seguros con
sobreprecio, etc.
Y a pesar de que en los países desarrollados
la gente cambia el automóvil a la primera señal de desperfecto, en países en
desarrollo (90% del mundo) nos vemos obligados a mantener a como dé lugar
nuestros vehículos, llegando al taller varias veces al año y cada vez más, para
reparación, perdiendo incluso días buscando y comprando esos sobrevaluados
repuestos y accesorios, alimentando a esos oligarcas que continúan recibiendo injustamente
los dividendos por el esfuerzo de inventores de hace más de un siglo. Y nos es
imposible librarnos de esta tiranía porque no hay alternativa.
Lamentablemente,
la industria del automóvil a gasolina se ha ocupado de eliminar toda otra
alternativa como el auto eléctrico. Díganme si esto no es una verdadera
esclavitud.
EL AUTOMOVIL ELECTRICO, LA VERDADERA JOYA
TECNOLOGICA
¿Por qué la industria automotriz le tiene
tanto miedo al automóvil eléctrico?. Por si no lo saben el primer automóvil del
mundo, construido por Robert Anderson, Escocés, en 1832 y llamado Electric
Carriage, fue precisamente eléctrico y no a gasolina. (Cugnot fabricó un
automovil antes, en 1769, pero era a vapor. En realidad era una minilocomotora
para la calle). El auto eléctrico beneficia al consumidor de
muchas maneras. Primero: No es contaminante, y este es el punto más importante.
Pero aparte de esto, veamos algunas ventajas que no son tan evidentes. Dijimos
que el motor de un auto a gasolina tiene más de 200 partes móviles todas susceptibles
de dañarse por la naturaleza explosiva de su funcionamiento. Un motor eléctrico
SOLO TIENE UNA PARTE MOVIL: El rotor. Por lo tanto es mucho mas fácil de
reparar y mantener. De hecho, la principal falla de un motor eléctrico, es
simplemente que se queme el bobinado. Y rebobinar un motor es algo que incluso
una persona normal puede realizar con herramientas comunes.
Es que el motor a gasolina nunca fue concebido
para ser móvil. No solamente fue originalmente un motor estacionario debido a
que la característica líquida de la gasolina exige que no esté sujeto a una
fuerza de gravedad que no sea vertical, (y por lo tanto en un auto la
inclinación y efectos del movimiento afectan su desempeño) sino que la
dificultad de mantener una explosiva reacción electro-mecanica-química
continuamente controlada, complica innecesariamente todo el proceso.
En el caso del motor eléctrico, la mayor parte
de sus piezas no son pedazos de metal que deben corresponder a la marca modelo
y año para funcionar, sino simples cables de diferentes medidas. Pero los
cables siempre pueden cortarse y conectarse. Por tanto ya no hay tantos
repuestos que comprar y toda reparación puede realizarse (otra vez:) con
herramientas comunes. No hay cambio de aceite, y se puede recargar su batería
durante la noche a través de un enchufe de 220 V domiciliario común. Es inmune
a la escasez de gasolina.
El automóvil eléctrico no necesita caja de
cambios ni embrague, mucho menos una costosa e innecesaria caja automática.
Ocurre que el obsoleto motor a gasolina, tan primitivo como es, está sujeto a las
restricciones de velocidad por las explosiones, e ingreso-evacuación de gases.
Por eso, este anticuado motor sólo puede funcionar con cierta eficiencia entre
1500 y 3000 revoluciones por minuto. Esta característica desagradable, obligó a
sus inventores a instalar caja de cambios, embrague y demás accesorios que
complican y aumentan peso a este ya de por sí pesado armatoste. En un automóvil
eléctrico, que tiene un torque máximo a 0 revoluciones, la aceleración se da
mucho mejor y no necesita caja de cambios alguna, al poder funcionar
tranquilamente de 0 a 40000 RPM sin afectar su rendimiento. Esta maravilla
tecnológica, de una simplicidad única, gracias a sus inventores, como Nicola
Tesla, puede dar a un automóvil eléctrico de producción en serie una
aceleración de 0 a 60MPH en 4.9 segundos. Así como así supera en el cuarto de
milla al Porsche 911, al Testarossa, y a casi todo automóvil deportivo de
producción en serie. Y lo mejor, con mucho menos dispositivos y costo operativo.
Electrónicamente gobernado, un elegante circuito de conmutación puede lograr
esa proeza con simplemente presionar suavemente el acelerador.
Y ahora la característica que para el autor es
la mejor de esta máquina, que gracias a Elon Musk, ha entrado en la corriente
principal y va a reemplazar en breve al odioso tragador de gasolina: Es
totalmente silenciosa. A diferencia del motor a explosión, que por eso
justamente debe utilizar grandes silenciadores para eliminar el ruido de las
miles de explosiones por minuto que necesita, y estos silenciadores, además le
quitan potencia y reducen más aún su eficiencia, el motor eléctrico es tan
silencioso que hay que ponerle sonido artificial para que la gente se dé cuenta
que está circulando en las cercanías. Ahora déjenme decirles algo a los
desubicados que creen apreciar un Laborghini Murcielago, un Ferrari F-50, o
cualquiera de los “superautos” que solo vemos en televisión y que creen que
sería un sueño tener en su garaje. Si se suben a una de esas locomotoras a
gasolina, notarán que adentro de su cabina solo se escucha el ruido del motor.
No se puede mantener una conversación con el pasajero (o mejor, la pasajera),
ni hablar por el celular ni escuchar una buena pieza de rock, debido a lo
ruidoso de esa máquina primitiva. Por favor, atrevámonos a exigir más, es un
sacón de onda imaginarse corriendo la
autopista que rodea la playa de Malibú en California sin poder disfrutar la
música de Miami Vice de Jan Hammer como se debe. Y si me dicen que les gusta
escuchar ese ruido que para ellos es el “rugido del motor”, pues déjenme
decirles que no conozco a nadie que tenga un CD o Pendrive con ese sonido ni
que quieran escuchar esos ruidos cuando corremos por la carretera en su autito
compacto.
LA HABILIDAD DE LA INDUSTRIA PARA CORROMPER AL
AUTOMOVIL ELECTRICO
La industria automotriz tradicional ya metió
sus manos en el auto eléctrico de todas maneras para beneficiarse también con
este negocio. ¿por qué los autos eléctricos tienen precios incluso superiores a
los autos a gasolina si sus componentes son mucho más baratos? Porque están
aplicando la misma fórmula que los hizo ricos con el automóvil a gasolina.
Diseñar todo accesorio para cada modelo y año. Siendo así que no es necesario.
Están convirtiendo a los autos eléctricos también en joyas y el mundo está
cayendo en su juego otra vez.
Pero no me malentiendan, no odio los carros (y
apreciaré si me demuestran que me equivoco en este artículo). Yo soy de los que
disfruta de la potencia de un V8 de doble tracción atravesando un lodazal en
una zona remota donde apenas puedo confiar en mi amigo Roderick para auxilio si
algo sale mal, eso es un placer que esta máquina a gasolina ha sido capaz de
darme pero a un costo mucho mas alto del que debería. Y no olvidemos que no
porque una actividad nos dé gran placer, quiera decir que vamos a seguir haciendo
todo de la misma vieja forma. De todas maneras, las baterías de los autos
eléctricos recién están en desarrollo y va a pasar algún tiempo aún para que
igualen la autonomía y potencia de una camioneta o un Jeep para fuera de
carretera. Pero en autos compactos, ya es una realidad y en vez de ponernos
nostálgicos por despedir al motor de gasolina, que la verdad, hace medio siglo
que debió haber desaparecido, abracemos el futuro y más bien no dejemos que la
industria automotriz tradicional corrompa está límpida y nueva tecnología, cuyo
precio es bastante bajo pero quieren continuar con los sobreprecios que cobran por
el auto a gasolina.
Es interesante ver que algunas de las nuevas
empresas fabricantes de autos eléctricos como Tesla no han sido fundadas por
tradicionales industrialistas salidos de la corrupta industria del automóvil a
gasolina, sino por Jóvenes emprendedores de Silicon Valley, principalmente
hábiles electrónicos que comprendieron que pueden ofrecer una eficiente
alternativa y mejor ingeniería. En el futuro cercano, si todo marcha bien,
muchos jóvenes universitarios y público en general no tendrán que comprar un
automóvil. Podrán ensamblarlo de la forma que hacen ahora con su PC de
escritorio. De esa forma podrán comprar un chasis genérico en una ferretería e
incorporar todos los componentes de acuerdo a su necesidad de potencia,
velocidad, consumo, etc. Exactamente como cuando ensamblan su PC y a un costo
mucho menor que comprando uno de marca. Asimismo, el ciudadano común podrá
realizar muchas más reparaciones a un auto eléctrico al necesitar menos
repuestos originales, y solucionando la mayor parte de los desperfectos con
cables comunes de diferentes medidas, y utilizando herramientas eléctricas de
uso habitual.
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